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Bajo la santamaría

Otro descubrimiento sobre el idioma en el que pienso, hablo, escribo y siento. La palabra «santamaría». ¿Quién en Venezuela no sabe que es la reja de un negocio, de un local? Esas que por lo general suenan bien duro y aseguran con un candadote.  Un día lo escribí en una nota y una compañera vino asombrada a preguntarme qué era eso de santamaría. Pues las rejas, le contesté yo. «Aquí no te va a entender nadie». Claro, cómo me van a entender. Si uno busca en el DRAE y «santamaría» no existe, no es sinónimo de esa reja con agujeros en forma de panal que tienen las panaderías, las tiendas, las charcuterías… Si googleas la palabra, el primer resultado es el de Wikipedia, que te dice que la Santa María era la nave más grande que empleó Cristóbal Colón en sus viajes a América. Le siguen noticias de gente que se apellida Santamaría, publicaciones de la iglesia católica… Si sigues explorando, encontrarás la palabra como sinónimo de reja sólo en publicaciones venezolanas. Que alguien me explique de dónde sacamos esta expresión. El que se sepa esta historia que pase por aquí y comente.

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Un galpón, la conquista… ¿quién soy yo?

Ayer ocurrió algo que me hizo clic en la cabeza. Un insight, diría mi antigua profesora de psicología. Una palabra que es corriente para mí, a mi editor español le pareció de otro mundo. Y lo era. Tuvo que buscarlo en el diccionario de la Real Academia Española -la palabra existe, ¿eh?- y entonces me sentí diferente, sentí la distancia de ese océano que nos separa, aunque hablamos el mismo idioma.

Escribí sobre mi recorrido por Madrid durante la huelga general del 29 de marzo contra la reforma laboral de Mariano Rajoy. Contaba que el galpón de al lado de la sede de un gran sindicato  servía como centro logístico para los manifestantes, que en el local repartían sándwiches y refrescos y se veían jóvenes descansando en el piso. Galpón. Esa palabra le causó ruido. Galpón. De lo más normal, pensé yo. «Tuve que buscarlo en la RAE, ¿lo que está al lado del edificio es una casa de una planta?», me preguntó el editor. Me dejó en el sitio. El concepto de galpón está tan claro en mi cabeza (¿pensaron el Pdval y en Puerto Cabello igual que yo?). Esto de la casa de una planta es la primera acepción que aparece en el diccionario. La segunda me aclaró por qué él no conocía esa palabra y yo sí, cómo mis orígenes -mi historia- marcan lo que escribo y mi manera de ver las cosas. Transcribo del sitio web de la RAE:

galpón.

(Quizá del nahua calpúlli, casa grande).

1. m. Casa grande de una planta.

2. m. Departamento que se destinaba a los esclavos en las haciendas de América.

3. m. Am. Mer. y Hond. Cobertizo grande con paredes o sin ellas.

¡Ahí estaba la clave! «Departamento que se destinaba a los esclavos en las haciendas de América». La conquista, los indios, los esclavos negros, los blancos, los criollos, la resistencia, la independencia, los realistas, los patriotas, la masacre, el mestizaje, el sincretismo, el castellano que al otro lado del charco hablan más de 500 millones de personas, que vibra, que cambia, que se transforma, que crea palabras, que crea significados. Todo eso se resume en mis genes, en lo que llevo en la cabeza, en el tumbao caribe carente de eses con la que hablo y que a veces se precipita tanto que al editor le cuesta entenderme (aunque, repito, ambos hablamos castellano). Todavía no sé explicar la sensación que me dejó esto de la confusión con la palabra galpón. Pero sé que es importante, que tiene que ver con lo que soy.

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